miércoles, 11 de noviembre de 2009

Venecia


Te encuentras en la Piazza San Marco en Venezia.
Te has sentado en una terracita después de andar horas por los canales y pedirte un vinito blanco de la Toscana…
Minutos más tarde llego al mismo lugar…
Me quito el abrigo y puedo relajar mis cansados pies después de una larga caminata.
Increíble!! En el mes de febrero y en manga corta...
Con los ojos cerrados, dejando la mente en blanco, oigo una voz gutural, que dice... (En italiano)

-“Que deseara el señor?”

- Un expresso, Please.

Al momento, aparece otro camarero, con traje de gala... re-dios que pomposos, ja, ja...

-“Su expresso, caballero.”

Una bandeja, con un expresso minúsculo, como debe ser... , una jarra de cristal de murano, agua y unos pedacitos de hielo, un vaso, una pieza de chocolate (delicioso) y la cuenta...
Primero, el chocolate, dejándolo fundir sin prisa.
Luego, mientras poco a poco su dulce y amargo sabor se disipa en el paladar...
Un sorbo de café, pequeño, lento y cogiendo el asa de la tacita con delicadeza.
Más tarde, otro y así hasta que la boca se llena de sabor y la tacita de aire.
Una mirada relajada hacia las mesas repartidas por la Piazza.
En una de ellas te encuentras tú…
Respiro hondo y lleno el vaso, mientras el agua fresca, limpia, como las olas la arena, de sabores mi boca, tu imagen aparece otra vez…
Me recreo mientras tanto, mirando las palomas y turistas en igual numero paseando por la plaza.
Me fijo en unas mesas más allá…
Te encuentras tú, con mirada perdida en el paisaje Veneciano…
Pago la cuenta. Me acerco a tu mesa y te digo…
Buenos días… te llamas Ana?

.................
Me encuentro repasando todos los panfletos y trípticos que he ido recogiendo a lo largo de este, mi primer dia en Venecia: la Iglesia de San Giorgio Maggiore, el puente de los suspiros, el Palacio Ducal.. A medida que los voy hojeando los tiro a la pequeña mesa donde me hallo sentada... La Torre dell'Orologio, la Scuola del merletto di burano, el Teatro la Fenice... Un ligero viento me distrae del repaso, y me hace mirar alrededor mio... Dios! Que bella es la plaza de San Marcos! Jamás me cansaría de mirarla...

Al mismo tiempo, removidas por el viento, un grupo numeroso de palomas sale al vuelo y entonces me doy cuenta.. alguien me está mirando (sí, ese ojo que dicen tenemos las mujeres en la espalda). Entonces caigo que el camarero está tardando demasiado en traer esa copa de vino blanco*, pero antes de poder girarme en su búsqueda, éste aparece con mi deseado liquido. Deja la copa en la mesa, y comienza a dejar caer el vino en ella. Mientras observo como el pulso le tiembla -más de lo debido- lo miro de reojo de arriba abajo pensando que, si no fuera porque lleva una bandeja y está haciendo lo que está haciendo, hubiera dicho que venía de una boda...

Saboreo mi merecida copa de vino, dulce, espumoso, fresquito, que va a juego con el perfecto día que hace, pero contrariamente imperfecto, ya que estamos en Febrero. Me pongo a pensar que por qué diantre habré vuelto a Venecia, por qué habré vuelto a visitar los sitios que ya conocía, y en fin, que por qué habré venido sola... Sí, en este momento empiezo a sentirme terriblemente sola, y me dan envidia esos grupos de chicos y chicas que charlan, otros juegan a las cartas, otros hacen bromas y ríen...

De repente, tras de mi, alguien me dice:


-Buenos días, ¿te llamas Ana?

-Hola .. que tal? Puedes sentarte...


Y eso haces. Observas el desparrame de panfletos por encima de la mesa, que, además, han quedado salpicados, culpa del tembleque del camarero. Ninguno de los dos parece sorprendido del encuentro...

Una ráfaga de viento, mucho mayor que la anterior, se levanta, haciendo que todas las palomas huyan despavoridas.


-¿Sabes? Te encuentro más linda en persona que en el sueño- aciertas a decir.

-¿Por qué no vamos a tomar un café en algún sitio más resguardado? Parece que va a llover. Vamos, te invito.

-De acuerdo, acepto tu invitación... Creo que tenemos mucho de que hablar.


(* No me gusta el vino blanco... exigencias del guión!)



martes, 3 de noviembre de 2009

Esos locos bajitos


Ojalá todos pudiéramos ser niños para poder decir la verdad a todas horas y ser sinceros, y si mentimos, que se nos note en la cara enseguida, como les pasa a ellos. Ojalá pudiéramos ser niños para que cuando te den ganas de abrazar a alguien, o decirle “te quiero” no tengamos que pensarlo varias veces, y otras tantas, ni siquiera hacerlo, por pudor, o por lo que demonios sea. Ojalá fuéramos enanos para poder jugar y reír, como lo hacen ellos, y ser felices, la mayoría de nuestro tiempo. Quién fuera niño para no tener que preocuparte porque no llegamos a fin de mes, porque alguien no nos quiere, porque nos sentimos solos o simplemente, porque alguna sensación rara nos invade sin saber por qué. Madre mía, lo que daría por ser pequeño para que se preocupen por mí, por mi merienda, por mis inquietudes, por mi futuro. Benditos los niños que nos llenan la casa, además de trastos y juguetes por todas partes, de alegría. Porque, sin que se den cuenta, son unos magníficos psicólogos: a veces basta solo con mirarlos para que te des cuenta de muchas cosas, y son capaces de arrancarte una sonrisa en el peor de tus días.

Dedicado a mis sobrinos.
http://www.flickr.com/photos/esparkling/3062355818/

miércoles, 14 de octubre de 2009

Los más grandes

Cuando vemos a la gente mayor, casi no nos damos cuenta de su presencia, pasan por nuestros ojos sin más. A medida que uno va creciendo y se va haciendo más viejo, entonces, solo entonces, te das cuenta que tú también serás uno de ellos de aqui a unos años. De esta manera te empiezas a plantear si te sentirás solo, si alguien cuidará de ti... A mi en concreto las personas mayores me dan lástima, lástima porque en una etapa tan importante de la vida como es ésta, no sabemos valorar que fueron padres, que fueron hermanos, que fueron los que hicieron algo por nosotros, que, en fin, fueron y aún son, personas.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Para nevera de soltera - Mis rarezas

Nunca puedo dormir con la puerta de la habitación abierta, ni con ningún armario/cajón abiertos. Soy zurda, aunque coma como los diestros cuando uso cuchillo y tenedor. Duermo con calcetines durante 6 meses del año. Si no tengo las orejas tapadas, no duermo. Tomo Cola Cao para desayunar desde que vine a este mundo, herencia familiar. En verano, cortado con hielo, por favor. Tengo dos gatos en casa aunque soy alérgica a ellos. Puedo doblar los dedos pequeñines de mis manos hacia atrás, es como si tuviera ternilla en vez de hueso. No tuve internet, ni ordenador en casa hasta hace un escaso año. Hace algún tiempo me dio por pintar y casi todo el mundo decía que lo hacía bien, pero, de repente, se me fue la inspiración... (????) y lo dejé. Siempre estoy planeando en mi cabeza las tareas que voy a realizar en casa, aunque luego no haga ni la mitad. Solo voy a la peluquería una vez al año, si cabe; soy yo la que me corto el pelo. Me irrita ver los precios que exigen por algo que creo es tan sencillo. Si pienso en la muerte durante un rato, me pongo malísima, se me acelera el corazón, la ausencia de una persona es algo que no entiendo y menos la mía.

Me encanta que mi jefe piense que soy rara!! Lo soy?....

martes, 6 de octubre de 2009

Mermada


Hoy, después de mucho tiempo, he sentido unas ganas tremendas de dar rienda suelta a mis palabras, de la mejor manera que he venido haciendo desde hace algun tiempo, mediante el papel. Sin saber de qué manera, y por qué, toda mi expresividad y creatividad habían sido relegados a un segundo, tercer plano....

Hoy por fin, mis manos necesitan lanzar palabras al aire, sin permutas, sin desasosiego, sin control, tecleando una y mil palabras al azar o en perfecta sincronización, eso da igual, y que estas a su vez formen mis pensamientos más profundos, callados dentro de mi, temporalmente estancados. Quizá el amor haya sido el culpable o, mejor dicho, la razón de esta calma literaria e inconscientemente involuntaria. ¿Puede el amor acallar otros aspectos......?

Ojalá que mis palabras se puedan plasmar muy pronto de manera fácil, inocua, así que me pueda sentir orgullosa de mis locuacidades, mis tonterías, en fin, de lo mío. Deseo sentir en mi alma todo ese temperamento que se ha visto, por algún motivo, y sin venir a cuento, mermado.

lunes, 5 de octubre de 2009

La señora del pelo blanco


Hace algunos días que caí en la cuenta de que me estaba cruzando, todos los días, a la mismísima hora y en el mismo cruce de calles, a una señora de pelo blanco. Al principio su cara solo me era familiar, pero luego me percaté del fortuito encuentro que sufríamos cada mañana. Mi sorpresa fue in crescendo cuando descubrí que también me la encontraba al mediodía, a pesar del horario tan extraño que tengo para irme a comer. Es una mujer cuya edad media los 60 años, de estatura más bien baja. Lleva un paso ágil y veloz que no denota prisa, pero es de aquellos pasos que indica que no está precisamente de paseo. Ella, que ya se ha percatado de mi presencia matutina algún día, me mira siempre con cara seria e impasible, una mirada rápida que gira de inmediato para seguir con su, como el mío, rutinario paseo. La mayoría de las veces no me acuerdo que la voy a encontrar y cuando la veo siempre digo mentalmente "mírala, ahí está, la señora de pelo blanco". A veces me pregunto por qué no me la había encontrado hasta entonces. ¿Es que ha cambiado de domicilio? ¿O habrá cambiado su horario de trabajo? ¿Por qué me mira tan seria? Puede que simplemente, haya decidido cambiar su rumbo y pasar por otras calles por las que no pasaba antes (¿tendrán la culpa las obras?). A veces me pregunto si ella se hará las mismas absurdas preguntas conmigo, aunque puede que ella no decida escribir sobre mi en unas líneas, solo pasaré por su vista mañana tras mañana hasta no se sabe cuando. Es probable que algún día decidamos saludarnos... por que no? Imagino que todo el mundo ha tenido o tiene su "señora de pelo blanco" particular, alguien que le distrae durante unos segundos del repaso de tareas laborales diarias. Alguien que, de manera totalmente involuntaria, llega a formar parte de nuestro entorno visual y, me atrevería también a decir, de nuestros hábitos.

http://www.nocuentos.com/recuerdo.php?recuerdo=la_se%F1ora_del_pelo_blanco