lunes, 31 de marzo de 2014

Un domingo no cualquiera



Este asqueroso domingo se te está haciendo eterno.


Ves a poca gente pasar por la calle. Todos van corriendo, sorprendidos por la lluvia y por el viento. Ya has perdido la cuenta del tiempo que llevas mirando por la ventana, cuando notas que la taza de café que está entre tus manos, está completamente helada. 


Vuelves a tomar el asunto que tienes entre manos: los deberes que te han puesto en literatura. Miras el papel, lleno de tachones. Definitivamente la inspiración está volando por ahí, fuera, en la calle, encima del paraguas de alguien, intentándolo arrancar de las manos de su dueño, e incluso logrando que se doble.

A buenas horas te ha ido a poner la muy estirada de la señora Lourdes deberes a ti, y encima personalizados. Así le encantaba llamar a los deberes, la muy pécora. Como odiabas a esa amargada, como le llamabas, Gertrudis. Tu solamente quieres escribir sobre él. Sobre la forma tan tierna con que te había mirado. Sobre sus grandes manos, acariciando tu cabello, enredando sus dedos una y otra vez en tus mechones. Sobre la manía que tenía de despeinarte cada dos por tres. Sobre ese tic en la cara, que le delataba tantas cosas...

Miras al suelo, dónde un montón de hojas arrugadas se amontonaban. Y arrancas, otra vez, la hoja de aquel cuaderno.

- Maldita sea! - murmullas lanzando la hoja con rabia, contra el suelo.

Cuando la incertidumbre es tan honda, que cuesta entender muchas cosas. Cuando la libertad que crees tener se ve encerrada entre las rejas de tus propios pensamientos. Cuando te has creído una persona rebelde toda la vida, y esa misma rebeldía se ha vuelto contra tí...

Centras tu mirada sobre la libreta. Las líneas se desdibujan. Crees sentirte mareada. Te quieres centrar. Te tienes que centrar. Y comienzas a escribir.

 "Las casualidades no existen. Lo sabes. Hace tiempo que lo afirmas. Hace tiempo que te lo dijeron. Hace tiempo que no crees en ellas".



 

martes, 11 de marzo de 2014

Las personas y las letras

Llevaba rato con la hoja de periódico delante, mirando... Totalmente descocentrado, sus ojos no estaban verdaderamente delante de aquel galimatías de letras. Las casillas blancas y negras, se salían del recuadro y volaban por encima del papel, por encima de su cabeza y por encima de sus pensamientos. Volaban disfrazados, en forma de mujer.

-Ornitorrinco.

Una voz de fémina lo despertó de aquel absurdo sueño. Miró hacia arriba. Una blanca sonrisa le aguardaba.

- ¿Qué? - acertó a balbucear.

- Animal, doce letras, empieza por O y acaba por O. Ornitorrinco. - volvió a sonreir, mientras la bandeja llena de platos, temblaba encima de su brazo.

Volvió a mirar el papel, para comprobar que aquello encajaba. Cuando alzó la mirada, de nuevo, Esperanza ya había desaparecido hacia la cocina, dejando en el aire aquel olor a flores frescas que a él tanto le gustaba.

El quería ser el dueño de sus sentimientos, de su corazón, de su alma... Pero de momento se conformaba con ir a la cafetería, mañana tras mañana, y pedir su consabida ración de patatas fritas, croquetas, huevo, y un café solo. Saber que vería su tierna sonrisa cada mañana, su brillante pelo recogido en una graciosa coleta, su escote generoso que le alegraba (les alegraba) las horas matinales... Solamente eso ya era la vida para él. No quería más. No necesitaba más.

Cuando se levantó a pagar, Esperanza estaba en la caja, cobrando.

-¿ Todo bien Don Emilio? Pues son 6 euros con cincuenta. Como siempre.

- Como siempré - asintió él, dibujando una media sonrisa en su boca.

Entonces ella, se acercó a él de repente, y muy, muy bajito, le susurró:

-Aunque no lo crea, señor Emilio, los crucigramas nunca se me han dado bien. Ni los de letras... ni los de personas.

Notó su aliento en su cuello. Y todo el cuerpo se le erizó. Se miraron durante unos segundos. Ella sonrería traviesamente. El dejó el dinero encima de la nota, y sin decir nada, se alejó. Sabía que ella lo estaba siguiendo con la mirada, lo presentía. Y antes de salir de la cafetería, se giró. Pero ella ya no estaba.

-Quizás mañana, quizás mañana...