lunes, 20 de octubre de 2014

Amén

Nunca he sabido lo que quería,  pero sí lo que no quería. Nunca he sabido lo que buscaba, pero sí lo que he encontrado. O lo que me ha encontrado a mi.

El amor es así de puñetero, asquerosamente caprichoso. Y parece, que nunca estamos de acuerdo con él. Nos venga lo que nos venga.

Pero siempre tengo la estulticia de volver a caer en aquello que no quiero, en aquello que nisiquiera imaginé. En aquello que no entraba en mis planes. En aquello, simplemente aquello.

Cruce de caminos caprichosos, pero puestos ahí por la mano de algo, de alguien.

Si todos nos enamoramos igual, ¿cuál será el motivo por el cual consideramos único nuestro amor? Sí, claro, es único hasta que pasa a ser como el resto, y entonces se parece a aquello que te contaron, y a cinco mil y una situaciones que tus oídos han escuchado, pero que nunca quisiste almacenar. Y ahora, como por arte de magia, salen a flote, a borbotones, dejando todo tu mar de dudas repleto, aún, de más dudas. Qué ironía.

Y es entonces cuando tomas la decisión que ya está, que ya no más. Porque si el próximo amor va a ser tan fulastre como este último, mejor nos quedamos como estamos.

Amén.