Ella
estaba sentada de espaldas, mirando a la calle y su bulliciosa actividad
del fin de semana. Entraba por aquella ventana un aire fresco que
alcanzaba su rostro, devolviéndola, de repente, a la realidad de su
vida. Dio una última calada a aquel cigarro, saboreándola como si del
último pitillo que fumaba se tratara. El se acercó por detrás y la besó
suavemente en el cuello. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo,
dejándola casi sin sentido.
- Sabes? -musitó sin dejar de mirar a la calle.
Una sonora ambulancia pasó, como si el destino quisiera romper por todas aquel momento.
- Nunca me gustaron los hoteles con las paredes de las habitaciones limpias
viernes, 25 de julio de 2014
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