viernes, 21 de octubre de 2011

En el nombre del nombre

En un año sin enumerar, cuando las personas aún no habían desarrollado el gusto por adueñarse de lo inmaterial —como el tiempo, digamos—, un hombre dejó de responder al llamado de “¡Hey!”, compartido por todos. Quiso para sí un nombre propio; pasando de la nada a ser Adán. Ahora era especial, único, pero eso de “único” le producía cierto temor por tener que enfrentarse solo al cómo reaccionarán. Buscó a su pareja, que estaba donde siempre, contemplando a una hermosa ave. ¿Eva? Fue el nombre que aceptó. La minúscula humanidad, encolerizada por la incomprensible traición y desprecio a las costumbres colectivas, lo condenó al exilio junto a su mujer. Tuvieron que abandonar las tierras fértiles e internarse en el desierto. Sin embargo, en lugar de tristeza o preocupación, Adán fue invadido por un entusiasmo apoteósico, dándole vueltas a la idea de crear un pueblo con las leyes y tradiciones que él mismo inventaría. ¿Pero cuál sería el origen de ambos? Eva, con el propósito de que su marido pusiese los pies sobre la tierra, le propinó un codazo en la costilla. Esta historia es de http://www.nocuentos.com/ Y está escrita por http://www.rafaelrvalcarcel.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario